miércoles, 9 de mayo de 2007

MIS PIES KANSADOS

Me gusta mirar zapatos en los eskaparates. Me fascinan por lo ke tienen de arkitectónico y a la vez de artesano. Me gusta mirar también los pies kalzados e inkluso deskalzos; kreo ke en realidad, me gustan los pies.
También me gustan los gorros, aunke ahora, kon el pelo tan largo, apenas me los pongo.... Zapatos y gorros; es komo ir vestida de los pies a la kabeza.

Sé ke no me conformo kon llevar algo ke no me agrade en los pies. Los zapatos tienen un sitio en mi vida y sobre todo en mi armario, je je je... Tienen importancia, la misma ke le doy al hecho de andar, son esa especie de almohada para los cimientos de mi kuerpo, un edificio flexible ke no puede kaerse aunke esté en movimiento.

Los zapatos deben ser cómodos y durar mucho, pero konfieso ke me enkanta estrenar zapatos, aún me los kompró y komo kuando era niña, los estreno en la misma tienda...No puedo evitarlo, es más... No kiero...

Imagino, kada vez ke estreno un par nuevo, ke el artesano elabora una joya ke yo llevaré kon orgullo en mis pies... Las diferentes piezas que lo componen, la elección de los materiales, los pespuntes, las tiras, las plantillas, los adornos kon gracia, la suela; hasta la kaja ke es el lugar donde me gusta ke duerman....Todo está pensado...para unos pies ke andan, para unos pies kansados.

2 comentarios:

Belén García dijo...

Durante todo el año uso chanclas e incluso cuando hace frío, que las combino con calcetines.
Me resulta curioso leerte desde este lado en el que no existen las zapaterías. Yo también era una enamorada de los zapatos pero no hay como no necesitarlos para dejar que formen parte del olvido. Me gusta que me traigas aires de allá y darme cuenta de lo mucho que ha cambiado todo. Me gusta leerte, cerezito, además estás productiva.
besos.
Manuela

Anónimo dijo...

La verdad es que a mí no me entusiasman los zapatos...de hecho creo que les doy menos importancia de la que debería, y cuando tengo que comprarme un par nuevo (porque sólo los compro cuando los necesito, es decir, cuando los que tengo ya me hacen agua o simplememnte se han roto, y no porque sí, por capricho)sólo me procupa que sean más o menos baratos, más o menos bonitos y, sobretodo, cómodos: sin tacones que me machaquen los talones, sin punteras afiladas que me machaquen los dedillos. En invierno me gustan las botas, bien abrigaditas, y en verano las chanclas, para poder descalzarme a la mínima ocasión, porque lo que de verdad me encanta es caminar por ahí con los pies al aire: pisar la hierba, el grijillo fino de los caminos del Campo del Moro, la arena de las playas, los cantos rodados a la orilla de los ríos, el limo de los fondos de los pantanos, el asfalto que en la noche desprende el calor acumulado durante el día, los suelos de madera, o de baldosas de barro cocido, o de fresco mármol, las losas de piedra de los atrios de las iglesias, las alfombras de lana, o de algodón, o de cuerda.Para mí los zapatos son una barrera...quizás por eso no me fascinan...los tolero, nada más.